Os colgamos el prólogo de Rojos en la Red escrito por Gaspar Llamazares. En los próximos días iremos publicando el resto de los capítulos del libro.

Esperamos que disfrutéis con la lectura!

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El 15 de enero de este año 2010, sobre las cuatro de la tarde, me llamó José Mendi por teléfono. Paco, como suelo llamarle en la confianza que dan los años que hemos compartido los avatares de Izquierda Unida, me cuenta una historia extraña sobre una foto de Bin Laden colgada en el diario “El Mundo” en su edición de Internet. Al parecer el FBI ha hecho un sesudo trabajo de alta tecnología y ha conseguido realizar un retrato-robot del buscado líder de Al Qaeda. Sólo que a Paco le parece que soy yo. Un poco más avejentado pero al fin y al cabo yo. Conozco el sentido del humor de Paco Mendi y no le dí excesiva importancia a la cuestión. Creo que él tampoco le da demasiada. Más allá de mandar la noticia por correo electrónico a un grupo de amigos con un comentario jocoso para capturarme y hacerse así con la recompensa.

Con el transcurso de las horas la anécdota en forma de broma comienza a adquirir otra dimensión más seria y preocupante. Con la ayuda de mi jefe de prensa, Pepe Morales, se van descubriendo detalles que comienzan a ser compartidos y denunciados desde la Red por muchas personas que ven en ese retrato algo más que una simple casualidad. Alguien del FBI ha utilizado mi pelo y mi frente para construir la imagen del terrorista más buscado del mundo. Y comienzan a ser centenares, luego miles, las personas que al finalizar la tarde de ese día 15 de enero no ven a Bin Laden sino a mí bajo un cartel de búsqueda por el que se ofrecen 25.000.000 de dólares por capturar….¡¡me¡¡

Más tarde mi fotografía aparece en una página de México especializada en retoques de retrato. Una página que parece haber sido “construida” para demostrar que soy muy popular en la Red.

La historia de este despropósito no ha terminado. En este libro se aportan algunas informaciones que ofrecen algo de luz sobre cómo ha podido ocurrir lo que ocurrió con mi foto. Pero creo que no es lo más importante que se relata en este texto. Las reflexiones y opiniones que se ofrecen a continuación van más allá de lo que el FBI ha calificado como “lamentable incidente”. Lo grave, y no sólo lo triste, es que algo así haya pasado tan fácilmente. Lo bueno para los demás es que me haya pasado a mí y lo malo para todos es que haya ocurrido. ¿Qué hubiera pasado si esa foto es la de cualquier ciudadano de a pie que no tiene la oportunidad de denunciar ese parecido? ¿Hubiera sido detenido nada más poner los pies en territorio USA? Lo más probable es que sí.

Si estos son los más avanzados instrumentos de identificación con los que cuenta la policía federal del Estado más poderoso del mundo alguien está siendo vilmente engañado. Los primeros, los ciudadanos de todo el planeta que ven peligrar sus derechos personales y su seguridad por la irresponsabilidad, la falta de escrúpulos y la torpeza del FBI. Pero también los propios norteamericanos que creen estar pagando con sus impuestos avezadas y avanzadas tecnologías de “corta y pega” que se vuelven en contra de su propia seguridad. El artista forense del FBI dice, en su descargo, que la foto, que mi foto, la ha sacado de Google.

Deseo que la denuncia de esta burda manipulación tenga consecuencias en todos los niveles. Soy escéptico sobre los resultados de una investigación al respecto como me ha prometido el FBI por escrito. Sobre todo porque ya avisa que ni siquiera se podrán conocer los resultados de la misma. Puede que, de forma irónica, les sirva de orientación lo señalado en este libro para explicar lo ocurrido. En todo caso se trata de evitar que en el futuro a cualquier ciudadano indefenso y desconocido le pueda ocurrir lo mismo. Es aquí donde la denuncia social y la propia RED tienen un papel fundamental para evitar que los medios de comunicación social a través de Internet en manos de Gobiernos o agencias para-gubernamentales y policiales o militares se conviertan en “armas de control masivo” de la población.

Para ello también es necesario contar con las instancias judiciales de ámbito estatal y supraestatal. Sigue abierto ese camino y seguimos analizando la forma jurídica de actuación ante los tribunales para presentar la correspondiente demanda contra el FBI y, subsidiariamente, los Estados Unidos de Norteamérica.

En todo caso este episodio también tiene una lectura positiva. Las posibilidades de democratización del sistema que ofrece Internet no pueden ni deben ser eclipsadas por esta necia utilización de la Red de la que ha hecho ostentación el FBI en su peor versión de la TIA (Técnicos Investigación Aeroterráquea) que inmortalizó el gran Francisco Ibáñez. Internet puede y debe contribuir a fomentar la participación de la ciudadanía en democracia. Para quienes formamos parte de la llamada “inmensa minoría” que trabaja desde la calle y desde el parlamento por defender unas ideas con pocos medios y menos recursos la R es un instrumento decisivo de libertad para la comunicación y la participación. La propia denuncia masiva del caso que centra este libro así lo demuestra.

Vázquez Montalbán en su libro sobre la Historia y Comunicación Social, habla de la santísima trinidad: El Gran inquisidor, el Gran Hermano y el ciudadano consumidor. En ello expresaba su escepticismo sobre el futuro de la comunicación si en vez de dominación, veremos más concentración y más hegemonía conservadora. ¿Quién sabe?

Quiero creer que el desarrollo y democratización de la Red ofrece más ventajas que inconvenientes y el miedo del poder frente al poder de la ciudadanía no puede ni debe ser utilizado ni para cercenar o controlar las libertades ni tampoco como una excusa para ceder poder y democracia a las personas. La gran discriminación hoy de Internet no es cómo y para qué se utiliza sino quién puede utilizarlo. De la misma forma que en el pasado se evitaba la alfabetización del pueblo y el acceso a los estudios de la mujer para impedir la democracia hoy sigue existiendo una gran barrera que se escuda en la tecnología y en los costes para dificultar la participación en la Red de una gran parte de la población mundial. Estos impedimentos van desde el propio acceso a Internet, la comunicación libre entre sus miembros o la censura consentida de las grandes empresas para contentar a algunos Gobiernos con tal de hacer negocio. Red ciudadana con participación y responsabilidad civil y solamente Red comercial.

Mientras, los rojos seguiremos luchando por la libertad, la democracia y la participación. También, y sobre todo, en la Red y con la Red que debe tener una sintonía mayor con la calle y con las instituciones. No se trata de contraponer una contra otra porque repetiría el error y la disgregación de los progresistas que trabajan desde o contra el sistema. No podemos ni debemos facilitar nuevas divisiones de la izquierda al poder que tanto teme esta nueva revolución ciberpolítica. Creo que esta sería la nueva revolución de Marx que hoy más bien transformaría en “lucha de Redes” su “lucha de clases”. Quizás por eso el FBI no quiera que los rojos estén en la Red sino en su red..

Gaspar Llamazares Trigo
Abril de 2010

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This entry was posted on viernes, abril 30th, 2010 at 11:33 am and is filed under Actualidad. You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. Responses are currently closed, but you can trackback from your own site.

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